En España en 2009 el persistente aumento del paro presente ya en todos los sectores de actividad está reforzando la debilidad de la demanda interna tanto por la pérdida de recursos de las personas desempleadas como por la desconfianza de los agentes económicos, que retrae, de forma significativa, el consumo y la inversión. Por otro lado, el aumento del ahorro privado que ya se está produciendo y que se estima aumentará considerablemente en los próximos dos años, ayudará a reducir la dependencia española de la financiación exterior y a disminuir el apalancamiento de las familias y las empresas; proceso doloroso pero necesario para avanzar hacia el final del túnel.
¿Estamos próximos al fin de la crisis?, o lo que es lo mismo estamos hablando de 3 o 4 trimestres de crecimiento negativo del PIB o de una recesión prolongada. Toca elegir en la sopa de letras: U, V o L. En la V la recuperación es inmediata-podríamos ya descartarla-, en la U ésta se consigue en un cierto lapso de tiempo y la temida L supone que la recesión da paso a la depresión al estilo de la década perdida de Japón. Esta es la pregunta del millón que nos hacemos los que tenemos responsabilidades en las áreas de planificación estratégica. No hay una respuesta fácil. Tampoco inmediata. Es por ello que para gestionar en tiempos de incertidumbre y reforzar los músculos organizativos, se trabaja con escenarios múltiples que abarcan todas las letras.
Siendo la economía española una economía de tamaño relativamente menor y muy abierta, la primera condición para salida de la crisis pasa por la recuperación exterior. Aquí no tenemos muy buenas noticias puesto que en 2009 se espera una contracción generalizada de la actividad económica que, en medio de la peor recesión de los últimos 50 años en los países de la OCDE, llevará a una reducción del producto mundial por primera vez en décadas y no es probable que se recupere antes de mediados de 2010.
Pero España, inevitablemente, tardará más en salir del bache porque tiene sus propios problemas a resolver: la crisis de su modelo productivo que requiere reformas estructurales profundas que mejoren claramente su productividad y su competitividad. Lamentablemente muchas de estas reformas necesarias todavía no están en marcha: la educativa, el mercado de trabajo, el sistema fiscal, los procesos generadores de I+D, la administración de justicia, la reducción de cargas y trámites administrativos…
En la rapidez y diligencia que empleemos en implementar estas reformas determinaremos la letra que nos corresponde: la U o la L.
Publicado por primera vez en La Voz de Galicia el 17 de abril de 2009