Spain is different!

Dos célebres cómicos ingleses parodiaban recientemente las raíces de la crisis explicando como un agente inmobiliario proponía firmar una hipoteca a un vagabundo de Luisiana, diciéndole que no se preocupase de ser vagabundo, que él trabajaba por objetivos para conseguir un bono y que expertos inversores ya desarrollarían productos con nombres estupendos como «Fondo incremental de alto valor en el mercado estructurado mundial». La excelente parodia con acidez británica (colgadar en youtube) explica, entre líneas, cómo la situación americana se trata de una gran crisis inmobiliaria y financiera.

El salto de la crisis a Europa tiene mucho que ver con grandes conglomerados financieros que habían olvidado lo importante que es una sólida base de depósitos, invirtiendo, en contraposición, en activos basura. Por su parte, la situación española tiene más que ver con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, que coincide en el tiempo con el cierre de los mercados mayoristas pero, sin duda alguna, la española, la que a nosotros nos interesa más, no es una crisis financiera.

¿Y por qué no? Porque en España las entidades financieras, y sus reguladores, no han dejado de actuar y pensar de la misma manera que lo han hecho siempre.

La banca mundial, con la caida de los bancos de inversión, habla de vuelta a los orígenes, regreso al pasado, a la banca comercial »aburrida». Pues bien aquí es ese modelo de negocio que siempre hemos hecho, agresiva comercialmente, pero tradicional en su concepto. Esta es la primera y principal razón de la solidez financiera española, que además se plasma en los ratios clave para superar con éxito cualquier situación turbulenta: coeficientes de solvencia de los más altos del mundo y líderazgo en eficiencia, lo que nos proporciona una gran flexibilidad de adaptación a un entorno de desaceleración del negocio.  Pero no sólo eso, la primera línea de defensa de una compañía son sus beneficios y hasta la fecha los de la banca española no se parecen en nada a las de los países donde más problemas ha habido. Merrill Lynch en el año y medio previo a su venta, había perdido la cuarta parte de los beneficios que había generado en toda su vida cotizada. Adicionalmente, el anuncio del BCE del viernes de dar liquidez ilimitada al 3.75% saca presión sobre la futura liquidez en las entidades más apalancadas.

A diferencia de la banca extranjera, la española cuenta con mecanismos excepcionales, que nos han permitido hasta la fecha seguir ajenos a este »ébola económico». En nuestro país se revisan exhaustivamente las políticas y sistemas de concesión, se prohibió la creación de «conduits» (como los de la parodia británica) y además, se aplicó una política de creación de reservas en épocas buenas para utilizar en las menos boyantes, porque España tiene el regulador más estricto del mundo, con una calidad supervisora y regulatoria que se pone de ejemplo a seguir en toda Europa.

Mirando hacia el futuro, cuando en el campo de batalla de los mercados las fuerzas del bien (los reguladores, los bancos centrales, los líderes de la industria) triunfen sobre el lado oscuro de la fuerza y del mal (el miedo irracional, las nacionalizaciones, el desapalancamiento, las ventas en corto…) «nosotros los de entonces no seremos los mismos», como ya avisó Neruda; el panorama competitivo se transformará y, en mi opinión, avanzará hacia instituciones financieras de menor tamaño con balances más líquidos y sencillos, con fuerte capitalización y perfiles financieros más conservadores. No olvidemos que hoy flota en el aire una ácida pregunta: ¿hay economías de escala negativas en organizaciones demasiado grandes y complejas?

Publicado por primera vez en La Voz de Galicia el 12 de octubre de 2008

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